Las historias están construidas sobre las estrellas, sobre el polvo mágico que ellas desprenden, es aquí donde la fantasía y la magia encuentran su lugar, su sitio. Aquí reside la diversión, la inocencia, el juego, las posibilidades… para mostrar un mundo sutil que nos recuerda y nos conecta con ese poder creador; ese mundo que fluye, nos envuelve y nos transporta, que nos hace sonreír y adentrarnos en lo desconocido, en lo imposible que aquí se materializa.
Qué necesario es volver a conectar a la edad adulta con esta magia que nos da sentido y la fantasía que precisamos para poder crear los mundos que deseamos vivir. Cuánta falta nos hace esta magia para que nuestro corazón pueda vivir con alegría, con ilusión. Cuánta falta nos hacen estos mundos para que podamos vivir en plenitud, en expansión, sintiendo esa felicidad en el pecho, la ligereza y la posibilidad sobre la que las historias maravillosas se construyen.
Ese cosquilleo en la piel, el despertar, el recordarnos de dónde venimos, que somos parte de la magia, que nacemos de la magia.
Qué necesario es volver a conectar a la edad adulta con esta magia que nos da sentido y la fantasía que precisamos para poder crear los mundos que deseamos vivir. Cuánta falta nos hace esta magia para que nuestro corazón pueda vivir con alegría, con ilusión. Cuánta falta nos hacen estos mundos para que podamos vivir en plenitud, en expansión, sintiendo esa felicidad en el pecho, la ligereza y la posibilidad sobre la que las historias maravillosas se construyen.
Ese cosquilleo en la piel, el despertar, el recordarnos de dónde venimos, que somos parte de la magia, que nacemos de la magia.